Los aviones se componen de varios elementos: fuselaje, alas, alerones, estabilizadores, el tren de aterrizaje y la cabina.
En primer lugar, el fuselaje es la zona del avión encargada de soportar el peso de los pasajeros y las mercancías en caso de servicios de carga. Se caracteriza por tener una forma alargada y ovalada, con una longitud variable en función del modelo y la capacidad.
Las alas del aparato tienen la funcionalidad de mantener las condiciones de vuelo, y constan de dos estructuras horizontales. Estas están especialmente diseñadas en función del peso de la aeronave y su potencia, entre otros factores. Los motores son los encargados de hacer funcionar el avión.
Los alerones son estructuras que están en los extremos laterales de las alas. Mediante su apertura o balanceo, cumplen con la función de dirigir los cambios de dirección de la aeronave.
Los estabilizadores están situados en la cola del avión y existen dos: uno horizontal y otro vertical. Tienen la función de evitar que la nave se ladee y pierda el equilibrio.
El tren de aterrizaje consta de unas pequeñas ruedas situadas debajo del fuselaje. Estas tienen como función circular sobre las pistas del aeropuerto para las maniobras de despegue y aterrizaje.
La cabina es la zona delantera del avión, cuya principal condición es que sea aerodinámica, y es el lugar desde donde se pilota el aparato.
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